23 sept 2009

La abuela y la ardilla



Había una vez una abuela, bueno, en realidad es mi abuela, que venia de su huerta, andando por la carretera de Jaén. Eran las dos de la tarde, un día de agosto y hacia un calor que derretía el asfalto.

La abuela miraba a lo lejos el horizonte y todo se veía borroso. Pero logró divisar en la cuneta un bulto marrón tirado en el suelo. Correr no corrió, pero aligeró el paso para ver qué era aquello, bueno, más bien para que no llegara antes que ella otro abuelo que se hubiera dado más prisa…

Hasta que no lo tuvo a los pies no supo lo que era. Las gafas estas bifocales de ahora son difíciles de entender.

Enfocó el bulto y vio una ardilla malherida con cara de pena. Otra abuela se hubiera apiadado de ella pero ésta haciendo honor a su nombre (Primitiva) le retorció el pescuezo para ahorrarle el sufrimiento (o eso nos dijo a nosotros). Se la echó en el capazo lleno de collejas y prosiguió su camino tan pancha.

Cuando llegó a su casa cortó un ajo bien fino, lo sofrió y despellejó la ardilla como hacia con los conejos que criaba en la cuadra y que vendía a los vecinos pesándolos en la romana.
En unos minutos tenia una ardilla al ajillo bien doradita para chuparse los dedos. Y se la comió ella solita viendo el telediario y quejándose de que ponen cosas a la hora de comer que te quitan el apetito…

Años después, cuando mi abuela nos contó esta historia sin darle importancia nos quedamos blancos y pensamos que se lo estaba inventando, pero no, era cierto.
Le dijimos que cómo había podido hacer eso, pobre ardilla y que podía estar enferma y haberle pegado algo.

Pero ella nos contestó esto tan cargada de razón: ¡Cómo se nota que no habéis pasado una guerra jodíos!

Por un momento me dio miedo mi abuela, temía que un día viera los musletes de Garbanzo (mi perro) y le entraran los instintos asesinos otra vez…

Y todo esto tiene una moraleja, o un consejo más bien: tened cuidado cuando vayáis los domingos a comer a casa de vuestra abuela, puede que le haya salido la comida gratis. Aunque a lo mejor es de las normales, de las que hacen ganchillo y ven saber vivir. O puede que no…

6 comentarios:

  1. Por eso yo nunca me como lo que no puedo identificar a ciencia cierta que es :-D

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  2. Mi abuela me contaba que antiguamente (en la época de la guerra), cuando había algún gato gordo, desaparecía misteriosamente...

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  3. Me has alegrado la mañana, Elena, y mira que estaba difícil. Qué envidia me dan tus ganas de inventar cosas y ¡que las inventes y salgan bien! Besos albaceteños. Celia. (Joer con la abuela y su cesto de collejas)

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  4. Hola Celia. Tu tambien me lo has alegrado con el tuyo!

    un saludo a todos los que seguis el blog!

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  5. tiaaaa esa abuela me suenaaa jajaj
    bss de tu prima teresa

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Gracias por compartir tus dimesydiretes!